Ayer vi a Dios, y ya sé que dicen que nos hizo a su imagen y semejanza, pero puedo aseguraros que a mí no, yo soy mucho más guapo.
No sé como describir la sensación que esta visión causo en mi. Aunque pensándolo bien, que coño, sí que sé. La sensación fue asco, y es que jamás imaginé que existiese una criatura tan repugnante.
Empezaré describiendo su repulsivo aspecto. Todo él era una inmensa e inmunda bola de grasa, cuya piel desprovista por completo de vello, estaba demasiado tensa, como si no tuviese la suficiente para cubrir toda esa mole, lo cual hacia que se le transparentasen miles de venas y varices. Aquí y allá aparecían pupas supurantes de pus, llagas, granos y unas cosas verdes que no sé muy bien como describir. Durante todo el tiempo que duró su aparición se mantuvo sentado, o tal vez sería más correcto decir desparramado, pues dudo mucho que pudiese ponerse en pie. Su rostro era totalmente inexpresivo y solo cabe destaca en él unos ojillos pequeños aunque saltones inyectados en sangre, que parecían hastiados, como solo pueden estarlo unos ojos que han contemplado una eternidad de horror.
Pero aunque su aspecto era desagradable no era nada comparado con su olor, pues el muy hijo de puta apestaba y de que manera. Han pasado ya veinticuatro horas y aun no ha desaparecido de mi pituitaria ese hedor a sudor rancio, semen y orín. Es muy difícil describir tal olor pero digamos que era como si toda la mierda del universo estuviese fermentando encima suyo. Vamos que el tipo daba bastante grima.
Para terminar os hablaré de su voz. Nada más oirla os juro que le hubiese pateado, si no fuese porque para hacerlo habría tenido que acercarme aún más a él. Era un sonido insoportablemente agudo, que se metía entre los tímpanos amenazando con hacerte explotar la jodida cabeza. Con un deje pedante y afeminado, como de tertuliano del corazón. Además hablaba sin mover los labios, lo que me habría hecho pensar que era una marioneta, si no fuese impensable que alguien se atreviese a meter la mano en ese enorme y hediondo culo.
- He bajado del cielo a buscarte para pedirte un favor- dijo, haciéndome desear con todas mis fuerzas haber nacido sordo- Se perfectamente que me odias, de hecho ere es la persona que más me odia en el mundo.
- Gracias, es muy halagador- Repliqué aguantándome la risa.
- Ahórrate tus sarcasmos y déjame terminar.
-Vale, vale, pero date prisa. No sé cuánto tiempo más podre contener el vomito.
-El caso es que yo he creado este universo y por tanto habito en él desde el comienzo, toda una eternidad. Al principio era divertido; creaba planetas, los destruía; creaba animales, los extinguía... Y cuando esto empezó a resultarme monótono, creé al hombre. No sabes como he disfrutado creando para vosotros epidemias y calamidades, como he reído con cada terremoto, mi regocijo con cada nueva erupción de volcán, lo entretenido que era al principio ver como os destruíais a vosotros mismos con interminables guerras. Pero ese tiempo ya pasó, y hace ya varios siglos que nada me divierte, todo es repetido para mi, nada me sorprende y solo deseo acabar con mi eterna existencia.
-Joder que tío más llorón. Pues mátate ya y no me des la paliza.
-No, yo solo no puedo. Por eso he venido a implorarte que me mates tú que tanto me odias.
Durante un par de minutos me quedé de piedra, pero después de pensarlo dije:
-Sabes que te digo: que paso. Prefiero que sigas sufriendo para siempre. Te jodes
-¡Como osas desobedecerme!- Bramó enfurecido- ¡Soy dios, te ordeno que me mates!.
Y aun siguió chillando cual cerdo en el matadero un rato más, pero yo ya no le oía, porque me había ido. Y es que a mí no me da órdenes ni dios.
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