lunes, 25 de junio de 2012

Herr Minister

Sabido es por todos que el partido en el gobierno es un nido de fascistas, fundamentalistas católicos y siniestros personajes ávidos de dinero y poder que anteponen siempre el beneficio económico de los que les han puesto ahí, el suyo propio y su ideario ultra, al bien común e incluso al respeto de los derechos humanos. También es sabido que están desatados debido a su mayoría absoluta (pese a que fueron votados por menos de un tercio de las personas con "derecho a voto" y varios millones de ciudadanos están privados de este "derecho"), y a que los vientos que soplan desde Europa les son favorables. Así que no solo pisotean día tras día los derechos conquistados con tanto trabajo, sino que además se vanaglorian de ello y se nos ríen en la cara en cuanto tienen ocasión.

Pero hay uno entre ellos que no es que destaque, puesto que es bien difícil destacar entre personajes de la nula catadura moral de Esperanza Aguirre, Miguel Arias Cañete, Alberto Ruiz-Gallardón, José María Aznaz, o Jaime Mayor Oreja, entre muchos otros. No es que destaque pues entre tanto psicópata, pero la importancia de su cargo, unida a la frialdad y convicción con la que defiende los más espeluznantes crímenes, hacen pensar en que nos esperan duros años de brutal represión y terrorismo de estado. Me refiero al ministro de interior Jorge Fernández Díaz.

Este "señor" quiere criminilazar las protestas contra su gobierno, reformando el código penal para convertir en delito la resistencia pacífica y la convocatoria de manifestaciones que desemboquen en actos violentos (pese a la evidencia de que quienes suelen hacer desembocar las manifestaciones en actos violentos dependen de su ministerio) y la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana. Pero no contento con meter a la cárcel, o al menos multar a todo el que no este de acuerdo con el gobierno, se dedica sistemáticamente a menospreciar y ningunear a personas asesinadas por las fuerzas de seguridad del estado.

Primero fue Iñigo Cabacas la victima de su cinismo y su repugnante hipocresía, al negarse a criticar en sus declaraciones la actuación de la ertzaina. Recordar que Iñigo murió tras recibir el impacto de una pelota de goma disparada a escasa distancia directamente contra su cabeza, mientras festejaba la victoria de su equipo de fútbol, y que seguimos sin saber la identidad del agente que efectuó el disparo.

Y hace unos días se mostró indignado porque se reconociese como victimas a sesenta y dos ciudadanos asesinados por la policía franquista entre 1960 y 1978 en el país vasco. Aclarar que estamos hablando de la policía de una dictadura y que este reconocimiento no afecta a quienes murieron mientras realizaban "actividades terroristas", pese a ello el ministro no dudo en referirse a estas personas como "daños colaterales" y ha dejado claro que para él las vidas humanas tienen valores muy diferentes unas de otras declarando: "Nunca se pueden poner a esas personas al mismo nivel que los novecientos muertos y miles de heridos por la violencia de ETA". Lo que no aclara es porque tiene este empeño en relacionar unas victimas con otras cuando no existe tal relación, si no supiese de su rectitud un servidor pensaría que está utilizando a esos novecientos muertos y el dolor de los suyos como arma arrojadiza contra sus adversarios políticos. Tampoco aclara porque "no se pueden poner al mismo nivel" ¿Acaso es que estas sesenta y dos personas, asesinadas en el trascurso de los últimos dieciocho años de dictadura y solo en el País Vasco están menos muertas?¿Acaso sus familias no sufren? Este es el trailer del documental  "Por quien no doblan las campanas" de Eitb, en el que los familiares narran como sus seres queridos fueron acribillados a balazos por ejemplo por tocar las campanas de su pueblo.

No es solo que tengamos como ministro a alguien que le concede valor solo a las vidas humanas que le interesan, es que estas declaraciones sumadas a otras como las de la alcaldesa de Madrid que ve con buenos ojos que la policía dispare si es para hacer cumplir una ordenanza, lanzan a las fuerzas de seguridad el mensaje de que pueden cometer el crimen más abyecto, pues no solo este quedara impune si no que además el ministro del que dependen les va a defender públicamente.

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